A estas alturas está claro que se trata de algo más que una moda pasajera y que toda empresa u organización de cierta envergadura puede beneficiarse de sus bondades.
Ya es hora de que sepas y, sobre todo, entiendas bien en qué consiste el Big Data y sus pros y sus contras. ¿Te animas?
Lo que encontrarás en este post:
En qué consiste el Big Data
Luego iremos con descripciones algo más «científicas», pero seguro que con esta metáfora cinematográfica lo captas mejor. ¿Recuerdas cuando los miembros de la resistencia de la saga Matrix veían unos números cayendo en cascada sobre una pantalla y podían «ver» cosas en ellos?
Pues algo así vendría a ser el Big Data: interpretar una cantidad tremenda de datos digitales para entender cosas o anticipar tendencias y comportamientos en base a unos patrones, y así poder tomar decisiones más precisas y acertadas. En el caso de empresas, enfocadas a ofrecer mejores servicios o nuevos productos del gusto de los clientes.
Sin haber llegado a los apocalípticos extremos de Matrix, la verdad es que vivimos en una sociedad donde cada día que pasa sigue creciendo de manera imparable la información, en todos los ámbitos y a todos los niveles.
Es tan famosa como cierta la sentencia que sostiene que un iPhone tiene una mayor capacidad de computación que la NASA cuando el hombre llegó a la Luna, por lo que cada persona genera a diario una ingente capacidad de datos.
Sin mecanismos para recopilar, organizar, clasificar, analizar e interpretar toda esa información, traduciéndola después para el común de los mortales, de poco serviría tenerla.
Los softwares tradicionales se han quedado ya cortos para tal cometido ante el inmenso volumen, velocidad y variedad de los datos. Y ahí es donde ha entrado en escena en los últimos años el famoso Big Data.
Para qué sirve el Big Data
Cada vez van siendo menos los territorios inexplorados por el Big Data. Su aplicación en el ámbito empresarial, por ejemplo, va en auge y las firmas de mediano o gran tamaño están invirtiendo en este tipo de procesamiento de datos al descubrir sus grandes ventajas.
Casi sin darnos cuenta estamos generando información, pero no solo nosotros, las personas: también las máquinas se «comunican» entre ellas e intercambian datos.
¿Sabías que cuando entras a una gran superficie con WiFi, aun sin conectarte a la señal, estás dejando un «rastro» con tu smartphone? La empresa puede así saber cuál ha sido tu ruta dentro del establecimiento, cuánto tiempo has pasado allí, incluso en qué zona más y en cuál menos, si has tenido que esperar mucho en la caja, cuántas veces vas al mes…
Toda esa información tuya, junto a la de otros miles de clientes, le sirve al centro comercial para trazar patrones de comportamiento y hábitos de compra. Y con ello se puede optimizar todo para dar mejor servicio y, por tanto, favorecer las ventas.
Por no hablar de las redes sociales, donde sin el menor rubor aportamos infinidad de datos sobre nosotros mismos. ¿Te has parado a pensar cómo decide Facebook, por ejemplo, las sugerencias de amistades? Pues lo hace con un algoritmo que tiene en cuenta multitud de variables a partir de los datos que tú mismo ofreces y él recoge.
No es de extrañar, en este sentido, que existan ya empresas que tengan en cuenta más tu perfil en las redes que tu curriculum a la hora de valorar tu idoneidad para un puesto de trabajo.
Somos un flujo constante de información
Cada vez que cambiamos de canal en la tele, sacamos dinero del cajero o pagamos con tarjeta en el súper, cuando viajamos en avión, usamos el GPS, enviamos un mail, llamamos a nuestro operador telefónico o al seguro del coche, visitamos una web o compramos online, estamos generando datos que son procesados y analizados.
El futuro, en muchos casos ya presente, pasa por hacer realizar esos estudios en tiempo real, lo que posibilita, por ejemplo, hacer ofertas personalizadas a cada cliente en función de sus gustos e intereses. ¿Qué crees que es, si no, la app de Google en tu iPhone?
La preparación de los partidos y las estadísticas de los deportistas, el cambio climático, las cosechas, los procesos de selección de personal en el trabajo, los planes de estudio universitarios, las investigaciones de enfermedades… El Big Data, erigida en una suerte de bola de cristal con predicciones fiables, se puede aplicar hoy a casi cualquier ámbito.
Valga como ejemplo el curioso caso de la cadena comercial estadounidense Wallmart, que descubrió gracias a los datos masivos que una determinada marca de galletas incrementaba notablemente sus ventas cada vez que la previsión meteorológica apuntaba la llegada de huracanes.
El motivo no era otro que el deseo de los consumidores de hacer provisión de víveres, por lo que pudiera pasar. Una vez descubierta esta correlación, el citado comercio hacía buen acopio de stock y ubicaba en posiciones destacadas los lotes de galletas siempre que el señor del tiempo pronosticaba este tipo de fenómenos adversos.
Quién lleva a cabo el análisis del Big Data
Los datos son el maná. Y los hay en cantidades inverosímiles. La llamada «minería de datos» ha abierto hueco a una nueva profesión, la del científico de datos, con una demanda ingente y relativamente poca gente preparada.
Saber manejar todo ese caudal de información, detectar patrones, establecer correlaciones, y elaborar herramientas que faciliten tal trabajo, a ser posible con la mayor instantaneidad posible, es el cometido de quienes se dedican al Big Data, el área donde más difícil es encontrar profesionales competentes.
El «internet de las cosas«, con los avances de la domótica, multiplicará la ya de por sí gigantesca ración diaria de datos que generamos cada uno de nosotros a diario. Nuestro «avatar» es cada vez más completo y revelador de lo que somos y lo que nos gusta.
Las infografías o las nubes de etiquetas son una manera visual de mostrar las conclusiones de los informes de Big Data y hacerlas digeribles para los que no están muy duchos en la materia.
Pros y contras del Big Data
La parte positiva es que el Big Data puede emplearse en estudios muy útiles y beneficiosos, como predecir catástrofes naturales o actos terroristas, acotar epidemias o abordar problemas sanitarios, e incluso reducir la criminalidad y la tasa de desempleo.
Su principal inconveniente, y gran baza de sus detractores, es la pregunta de en qué lugar queda la privacidad de las personas. El tratamiento de datos sensibles ha puesto sobre la mesa el debate de hasta dónde debe llegar la protección de la intimidad o el uso de esa información.
En esta especie de «Gran Hermano» que todo lo ve no llegamos a ser del todo conscientes del uso y fin de nuestros datos, que puede incluso influir en nuestro estado de ánimo, como reveló hace un tiempo un polémico experimento de Facebook.
Si no la has visto, te recomendamos la película «Moneyball«, que te ilustrará muchas de las cosas que te hemos contado. La serie «Mr. Robot» también te hará reflexionar sobre el uso de los datos y la privacidad.
Ahora que ya conoces un poco mejor el Big Data, ¿qué opinas al respecto? ¿Crees que podría serle útil a tu empresa? ¿Estarías dispuesto a invertir en el análisis de datos masivos?